LA DELGADA LINEA ROJA, 1997
(THE THIN RED LINE) 163´ TERRENCE
MALICK
“La
guerra no ennoblece a los hombres, los convierte en bestias, corrompe su
espíritu.”
Soldado Witt
Terrence Malick
ofrece una cal y otra de arena en esta su primera obra tras veinte años de
retiro voluntario. Y es que, si bien presenta un contenido de cine bélico más
que estimable gracias a una steady cam que avanza entre la maleza al compás de
los hombres del pelotón a los que acompaña y a unas secuencias de batalla
francamente bien filmadas, si bien posee una fotografía exquisita, es cuándo
Malick se adentra en el terreno de la filosofía a través de la pretenciosidad se
cae con todo el equipo.
Esto lleva a
presentar una película a la que le sobra cerca de una hora de metraje
innecesario, aburrido y lleno de frases pedantes que tratan de aportar empaque
místico a una propuesta que hubiera quedado redonda de haberse limitado a ser
una mera cinta bélica que mostrara como la guerra afecta a cada uno de los
personajes de relieve. Pero la idea acaba diluyéndose en la ya citada
pretenciosidad de un autor difícil.
Como no podía ser de
otra manera en una obra coral de un director con tanta leyenda como tiene Malik,
el grupo de actores que pululan por la pantalla es de los de tener en cuenta.
La mayoría aporta grandes interpretaciones, especialmente en el caso de Nick
Nolte, Sean Penn o Elias Koteas, aunque también tenemos trabajos más mediocres
como los de Jim Caveziel o Ben Chaplin. Y es que La delgada linea roja es la
historia de una película que podía haber sido un gran título dentro del género
al que representa pero acaba por aburrir al respetable, y eso hace naufragar la
cinta independientemente de su belleza plástica, que la tiene.
ME GUSTA: Una banda
sonora que emociona.
NO ME GUSTA: La
pretenciosidad de un autor capaz de presentar un montaje inicial de seis horas
o de dejar a buena parte de personajes con peso en la sala de montaje.
FRASE RESUMEN: Gran
película bélica, insoportable alegato metafísico.
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